Colombia, la chica guapa del barrio.

Este domingo son las elecciones presidenciales en Colombia, país del que es originaria mi amada esposa y tierra de la que es fácil enamorarse. La elección de este domingo no es una elección cualquiera: por primera vez en cincuenta años se juega de modo certero la posibilidad de conseguir el anhelado acuerdo de paz entre las Farc y el gobierno. No es poca cosa y tratar de establecer paralelismos entre la situación de Colombia y el conflicto interno que vivió el Perú seria de una simplicidad torpe: este conflicto tiene raíces profundas y ha dejado heridas permanentes en un país que tiene uno de los índices de desigualdad más brutales del planeta (de hecho es el más desigual de AL y cuarto de todo el orbe según http://m.semana.com/nacion/articulo/desigualdad-extrema/236705-3). Los candidatos que disputan esta elección no representan, como ha querido caricaturizar la dupla Uribe-Zuluaga, la disyuntiva entre el castrochavismo de Santos y el libre mercado y la estabilidad de Zuluaga, sino una decisión mucho más compleja: la esperanza en el dialogo frente a la desesperanza de los oídos sordos. No soy analista político, soy un simple ser humano que escribe canciones y por aquí les dejo un entremés y una promesa. Esta semana todos somos Colombia, pero no solo para alentarla durante un partido de futbol, sino para creer que un mañana mejor no solo es posible, sino que es alcanzable.

 

 

Don Alvaro Uribe Velez

Y Oscar Ivan Zuluaga

(el pato y el que la caga)

quieren guerra y son crueles.

Gritan con decibeles

cual si tuvieran razón.

Creen al pueblo huevón

y quieren atolondrarlo,

con motosierra cortarlo

y ganar esta elección.

 

Si la sangrienta lección

de medio siglo de guerra,

de despojo de la tierra,

ha marcado al corazón,

entonces no seas cabrón.

No votes solo por Santos

Vota para que el llanto

de las madres se acabe,

que la cruz se nos desclave

y la paz tenga su manto

 

Elevo hoy mi canto

por una Colombia unida,

que la paz sea bienvenida

si la queremos tanto.

A la guerra la desplanto

el domingo con tu voto.

Aquí paro y acoto:

“Esto no es cheque en blanco:

no soy bobo ni soy manco,

no les regalo el poto.

 

Si la ilusión pisotean

y a mi gente la maltratan,

si la esperanza la matan

y la cara nos voltean,

veran cómo se pelean

los ciudadanos valientes:

bien apretados los dientes,

aferrando la esperanza

y aunque nos truene la panza

de la paz seremos puentes.

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