Hace un mes aproximadamente que volví a mi Lima de mil amores, mil dolores, mil temores, mil rumores (mil poetas) y sus diez mil cantores. Desde entonces, me he reintegrado poco a poco a la licuadora de gente que es esta ciudad bendita (tres veces coronada a la que cantaron Montes y Manrique, padres del criollismooooo…), y aquí estoy de pie con muchos desafíos laborales y artísticos por delante.
Hoy sentí en mi propia piel el impacto brutal de las distancias en nuestra ciudad, debido a que tuve que ir desde Comas hasta La Molina para firmar un contrato, y mientras recorría las calles capitalinas de un extremo a otro, me puse a pensar en sus paradojas y sus contradicciones que lo pueden llevar a uno de la ternura a la violencia en segundos.
Así fue como nació esta canción, en medio del trafago de un día poco común para mi, pero común para muchos limenos que van de un extremo a otro de nuestra ciudad para ganarse el sustento diario. Esta canción es un homenaje a esos hombres y mujeres que conforman esta ciudad, porque al fin y al cabo las ciudades son su gente; ustedes, mi gente.
Mi ciudad de madrugada se levanta
ayude dios o en realidad no ayude nada
y pareciera que muy poco es lo que duerme
por sus aceras ojerosas y cansadas.
Mi ciudad carga sus bultos a la espalda
una mochila de trabajos y esperanzas,
una lonchera de promesas renovadas
y una botella de humedades licoradas.
Y así le canto yo
a la Lima de hoy
pues soy un trovador
y para eso estoy
Y aquí le canto yo
a quien quiera escuchar,
pues como trovador
me tengo que marchar
Mi ciudad es modosita o atrevida
cual muchachita tímida y peligrosa
es temblorosa multitud o soledades
en callejones, edificios o alamedas.
Mi ciudad es más hermosa por las noches,
pues se maquillan sus defectos tras penumbras
y toda ella es tramoya pretenciosa
para sus dramas, sus comedias y tragedias.
Canción que empece a escribir en el bus alimentador Tungasuca del Metropolitano y acabe de escribir llegando a casa, hace apenas unos minutos.
Martes 25 de marzo del 2014.