Mi gato, lo efímero y Brassens.

Mi gato, lo efímero y Brassens

Mi gato se llama (o llamaba) Dante Alighieri y habíamos llegado a establecer una rara relación de respeto y cercanía que nunca había podido establecer con ningún animal jamás. Nuestra relación se basaba en que mi esposa y yo lo alimentábamos dos veces al día y le cambiábamos la arena regularmente y recibíamos a cambio sus ronroneos y maullidos amorosos cuando estaba despierto. Llegó un jueves por la noche hace casi cuatro meses y se fue un domingo por la noche hace cuatro días. Dicen que los gatos regresan, dicen que tal vez fue tras una cola de gata. Yo creo que escuchó nuestros aviesos planes de castrarlo antes de llevárnoslo a Colombia. No lo sé. Tal vez nunca lo vuelva a ver, pero agradezco infinitamente haberlo conocido y haber sido parte de su vida. Le escribí estas cuatro décimas. Espero que las disfruten. La mención a Brassens es por la canción Putain de toi que nos ha servido como soundtrack a mi Vera y a mí para exorcizar en algo su ausencia.

 

¿Dónde estará mi buen Dante?

Se fue sin pedir permiso.

“Tal vez regrese”, deslizo

con corazón palpitante.

Huyó mi gato errante

detrás de una gata fiera.

La arrechura no espera.

Así es la naturaleza,

más fuerte que la nobleza.

Eso le pasa a cualquiera.

 

Si hubiera tenido un perro,

No tendría este problema:

son tan fieles sin dilema.

Ya sea tumbando cerro

o golpeados con un fierro,

ahí van detrás de uno

felices como ninguno,

mas si hablamos de escoger

volvería a tener

al buen amigo gatuno.

 

Ingrato rima con gato

y se me ocurren castigos

terribles y sin testigos:

torturarlo un buen rato.

Cuando regrese lo mato,

a punta de solo besos

que Dios escuche mis rezos

(aquí le guardo comida).

Sin él ya no tengo vida,

ni sostén para mis huesos.

 

Si nunca más regresara,

si no encontrara el camino,

si partir fue su destino

y no viera más su cara

-alienígena y rara-,

entonces no lloraría.

Tan solo recordaría

lo efímero del cuento:

lo bueno en cualquier momento

se escapa ¡cruel ironía!

 

 

 

 

 

 

 

 

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